lunes, 29 de junio de 2015

Resumen 1: El comienzo de una revolución y el descubrimiento de la célula


      El comienzo de una revolución
Si nos preguntan cómo está organizada la materia que forma un ser vivo, como por ejemplo un animal. Y debemos responder a partir de lo que vemos a simple vista, es muy probable que nuestra respuesta no sea muy diferente de la que daban los científicos en el siglo XVIII. Hasta principios del siglo XIX, la comunidad científica de la época admitía que la materia que forma un ser vivo se organizaba en tres niveles. El nivel superior lo constituían los órganos, como el corazón o los pulmones, estructuras perfectamente organizadas y bien distintas unas de otras. En el segundo nivel se situaban los tejidos, como los que forman los músculos o la piel, de aspecto homogéneo pero con características que permiten diferenciarlos con facilidad. El nivel inferior lo constituía un material de aspecto amorfo, sin ningún tipo de organización. El descubrimiento del microscopio permitió observar con más detalle el nivel inferior, aparentemente desorganizado, y supuso el primer paso para una revolución que cambió por completo el estudio de los seres vivos.
-          El descubrimiento del microscopio
Se llama resolución a la distancia mínima que debe existir entre dos objetos para que podamos verlos como dos cosas distintas. El poder de resolución del ojo humano es de 0,2mm, lo que significa que si dos objetos están separados por una distancia menor se verán como un único objeto. El microscopio es un aparato que utiliza la capacidad que tienen las lentes de vidrio, como las lupas, de aumentar el tamaño de las imágenes para conseguir un mayor poder de resolución. Los primeros microscopios fueron construidos hacia el año 1600 y consistían básicamente en dos lentes que se disponían en los extremos de un tubo. Una de las lentes ampliaba la imagen formada por la otra (Fig.9).
1   El descubrimiento de la célula
En 1665 el científico inglés Robert Hooke observó, con un sencillo microscopio compuesto, una delgada lámina de corcho obtenida de la corteza de un árbol. Hooke describió lo que veía como una estructura semejante a un panal de abejas y denominó “célula” (celdilla) a cada uno de sus pequeños compartimentos.
Durante los 150 años siguientes, y a pesar de que los microscopios experimentaron importantes mejoras, el descubrimiento de Hooke no tuvo ninguna trascendencia para el estudio de los seres vivos. Los botánicos y zoólogos de los siglos XVII y XVIII se dedicaron toda su vida a la descripción y clasificación de las nuevas especies que, día a día, descubrían los exploradores del nuevo mundo.
-          Todos los seres vivos están formados por células
A principios del siglo XIX surgió en Alemania una idea revolucionaria que pronto se hizo muy popular. Se pensaba que los seres vivos estaban formados por la agregación de unidades vivas, como si se tratara de infinidad de seres microscópicos viviendo juntos. Este nuevo punto de vista revitalizó el estudio microscópico de las plantas y los animales.
En 1838 Mathias Schleiden, profesor de botánica, pudo comprobar que en cualquier fragmento de planta observado al microscopio se podían reconocer las células descubiertas por Hooke. En 1839, el zoólogo Theodor Schwann comprobó que también los animales estaban formados por células. Ambos proponían que todos los organismos comenzaban su vida como una sola célula, y se desarrollaban mediante la formación de nuevas células. Schleiden y Schwann enunciaron por primera vez una teoría celular, según la cual la célula es la unidad estructural básica de todos los organismos pluricelulares capaz de existir por sí misma.
-          ¿De dónde proceden las células?
En un principio, Schleiden y Schwann pensaban que las nuevas células del organismo se formaban en el interior de las viejas células a partir de la materia amorfa que las rodeaba. Hasta la década de 1860, no quedó demostrado que la vida no puede surgir de forma espontánea. No pueden formarse células a partir de materia inerte. Toda célula procede de otra célula anterior. 

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